Reflexión sobre el Museo Nacional de Bellas Artes
El recorrido del Museo Nacional de Bellas Artes fue una experiencia hermosa. Tardé dos horas más o menos en recorrerlo entero pero, por la cantidad de obras que hay dentro de este, sé que visitarlo otra vez no estaría de más, ya que no pude quedarme viendo detenidamente todas las obras que exponía. Fui acompañada por un amigo lo que hizo que la experiencia sea aún más enriquecedora ya que él sabía muchas cosas de religión que se mostraban en ciertas obras, que no hubieran significado nada si no hubiese estado con alguien que lo hubiese explicado. En general las obras que más me llamaron la atención fueron los retratos de personas. La manera en la que el artista capturaba la esencia del sujeto pintado, en ciertas ocasiones hizo que me quedara un largo rato observando la obra. Me impactó muchísimo la manera en la que el artista podía demostrar la emoción de la persona que pintaba con su propia mano, hizo que mi admiración hacia artistas crezca aún más de lo que ya estaba. Otras obras que me impactaron fueron las ilustraciones que se encontraban en la parte de arte española del museo. Eran ilustraciones pequeñas que mostraban escenas de España del siglo XIX. La manera en la que mostraban escenas tan crudas y desgarradoras de la historia en una ilustración de tamaño no más grande que un sobre para cartas, todo con una fibra negra solamente fue impresionante. Las ilustraciones me generaban disconformidad, me enviaban directamente al momento, como ninguna otras.
El museo tenía todo lo que me esperaba que un museo tenga, esculturas que siempre me dan ganas de sacarle fotos, cuadros pintorescos de algún paisaje que nunca fui y algunas veces de lugares que si tuve la oportunidad de visitar. Pero lo que tenía el museo que no había visto en ningún otro fue arte interactivo. Me sentía como una nena de siete años en esa sala en medio de objetos que en mi cabeza simulaban ser máquinas. En general, la experiencia fue muy cautivante, había algo para que cualquier persona pudiera observar, sabiendo o no sobre arte (que era mi caso). Iría otra vez para experimentar las obras desde una mirada distinta y poder apreciar el arte que ofrece.
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