Sin escapatoria
Me perseguían. No solo a mí, sino que también a Nora quien estaba caminando conmigo. Yo sabía que la persona, si es que se podía llamar así, que nos perseguía tenía malas intenciones. Lo noté en la manera en la que nos miraba, la manera en la que se movía hacia nosotras, como si fuéramos un objetivo premeditado desde hace un tiempo. Esta persona nos venía siguiendo hacia tres cuadras y yo estaba entrado en pánico. ¿Qué quería de nosotras? ¿Por qué estaba tan empeñada a seguirnos si no nos conocía?
Empezamos a correr. Pero, como temíamos, la persona empezó a correr con nosotras. Me sudaban las manos mientras me desplazaba con la mayor velocidad posible, intentando alcanzar la meta que todavía no sabía cuál era. Miraba hacia atrás y la persona seguía ahí, unos pasos atrás pero siempre presente en esta carrera por nuestra vida. Porque ya para ese punto, con Nora concluimos lo mismo: o nos secuestra o nos mata. Aunque mirara unas cuantas veces, seguía sin poder distinguir quien era la persona, lo único que sabia con seguridad era que tenía una energía en si misma que no me gustaba, me generaba rechazo.
Entonces, repentinamente, Nora se metió a una casa, y yo obviamente no me iba a separar. Lo único que tenía en claro en ese momento es que nosotras no podíamos alejarnos una de la otra, eso sería un error. Al doblar, regresé la mirada y me encontré con lo que me generaba ese rechazo en la persona. No podía ni llamarlo así, el que nos perseguía era un ente mágico poderoso que tenía visto desde hace un tiempo. No tenía ni idea de qué hacía ahí o qué era lo que buscaba, pero entonces entendí que no estábamos a salvo, cualquier cosa que hiciéramos para defendernos, él iba a poder vencernos, se reiría de nuestro intento.
La desesperación fue peor al entrar a la casa. Intentamos poner la mayor distancia posible entre nosotros, tirando lámparas, moviendo sillones, siendo torpes, cayéndonos unas cuantas veces y tropezándonos con las mismas trampas que habíamos instalado. Podría ser una de las casas más grandes que me habría encontrado en mi vida si es que le hubiera prestado atención a eso. Yo solo pensaba que había que salir del radar del ente, intentar ser olvidadas porque esa era la única manera de salir con vida. Yo había escuchado historias de lo que era capaz de hacer, de la cantidad monstruosa de poder que tenía dentro de lo que llamaría magia, de la cantidad de personas que se había llevado por conseguir ese poder. Nora y yo no teníamos eso, estábamos indefensas ante cualquier tipo de hechizo que nos podría lanzar, por lo que lo único que quedaba era esperar.
Encerradas en el cuarto más alto de una casa muy alta esperábamos a que alguien entrara, suplicando por buenas intenciones, pero suponiendo la peor de las circunstancias.
Comentarios
Publicar un comentario