actividades de sábado a la noche
-¿Alguna vez te dije mi primera impresión tuya?- le digo a Mate mientras nos balanceamos en las hamacas. Siempre venimos al río cuando queremos salir de nuestras casas, sin importar la distancia o el clima. Haga frío o calor, es muy probable que encuentres a dos chicos en hamacas para niños de siete años hablando de la vida a las tres de la mañana. Es parte de la rutina.
-Creo que recuerdo algo así como que te caía mal- me responde mientras se observa las zapatillas, sonriendo. Seguramente le traje los recuerdos de la noche en la que nos conocimos. Fue totalmente aleatorio nuestro encuentro, sigo pensando que el destino nos puso en el camino del otro, porque sino, no tiene sentido.
-La primera vez que te vi pensé que eras idéntico a otro amigo mio.
-¿En serio? ¿Físicamente o me escuchaste y te diste cuenta de mi cautivadora personalidad al toque?
Le sonrío. Son comentarios como estos que hacen que nunca me canse de verlo. Es tan engreido, pero en el buen sentido. Lo exagera todo porque sabe que me divierte, pero sé que en realidad no cree que sea la mejor persona del mundo. Yo opino lo contrario. No podría haber pedido un mejor amigo como él. Ya conozco a Mate hace tanto tiempo que pensar en mi vida antes de que esté en ella, me resulta extraño. Me acuerdo y me pongo triste, no sé bien por qué.
El día que conocí a Mate fue por pura casualidad. Osea no tanto pero más o menos. Lo conocí en una previa en la casa de un chico que no era amigo de ninguno de los dos. Yo caí ahí porque mi amiga se estaba chamullando al dueño de casa y quería que la acompañe para hacerle la segunda. Fui básicamente porque me lo pidió ella, porque sino recuerdo que tenía la idea de quedarme en mi casa viendo una película con mi hermano. No me arrepiento de haber ido, pero recuerdo que en el momento no estaba tan emocionada como ella, ya que el día anterior también habíamos salido y yo solo quería dormir un día en el fin de semana.
Pero bueno, esa noche cuando llegamos fue bastante incómodo. Todos los presentes ya estaban con su grupo de amigos y nos miraban con cara rara. Fue obvio para mi en ese momento que la gente en la previa no estaba enterada que nosotras íbamos y tampoco quienes éramos. Osea, totalmente incómodo. La casa no la pudimos ver bien, el dueño de casa nos dirigió directamente al patio donde estaban todos los invitados. Era un patio enorme, con flores al lado de todas las paredes y una parrilla en el punto más alejado de la puerta para salir. Otra cosa que note a simple vista fue que la mayoría de las personas eran hombres y tampoco había muchas personas. Osea que nos invitaron a una previa chica e íntima entre gente que ya se conocía. Genial.
A Mate no lo vi hasta el final de la noche, una hora antes de que me vaya con mi amiga. Había pasado toda la previa hablando con uno de los chicos de ahí, quien era amigo del dueño de casa pero no tanto. Era buena onda, me había caído bien de una por lo que no me molesté en acercarme a nadie más. Mi amiga ya se había ido hacía un largo rato con el dueño de casa a otro lugar por lo que me había dejado sola hablando con ese chico. Santi se llamaba me parece, ahora no lo recuerdo tan bien. El punto fue, que en un momento Santi se fue a buscar agua a la cocina y yo me quedé sola sentada en una silla en el patio mientras todos los demás seguían con sus cosas. Entonces aproveché el momento para observar a la gente que estaba presente, y lo vi a Mate. Estaba con dos chicos más hablando en un rincón del patio, riendose. Me acuerdo que las similitudes con mi otro amigo vinieron al instante a mi cabeza, una imagen tras otra de ellos dos como la misma persona. Fue tal que casi me acerco a preguntar si realmente era él. Pero lo pensé mejor y preferí buscarlo en Instagram para confirmarlo. No lo era. Pero eran muy parecidos.
No me había dado cuenta el tiempo que me había quedado mirándolo, habrán sido un par de minutos porque se dio cuenta. Me miró de reojo y al notar que ya lo estaba mirando me sonrió. Yo le sonreí también porque era mi respuesta automática cuando cualquier persona interactuaba conmigo. Pero no hice más y seguí mirando a las demás personas en la previa. Santi volvió con el agua unos minutos después y seguí hablando con él.
-Claramente fue físico Mate. La primera vez que te vi estabas en la otra punta del lugar.
-Creo que no me acuerdo de eso, yo pensé que la primera vez que me viste fue cuando se estaban yendo vos y Ana de la casa.
-No, ahi ya te había visto yo. Me acordaba de tu cara por tu parecido a mi amigo y por eso te traté como lo hice. Tenías una cara muy familiar entonces no te traté como un desconocido.
-Ah, osea que, ¿a un desconocido no lo boludeas la primera vez que le hablas?- me pregunta sonriendome.
-Depende de la situación- le digo, -aunque pensándolo, a cualquier persona le hubiera contestado así.
-Recordame nunca insultar en lo más mínimo a Ana si ella no está presente- me dice, sonriendo pero esta vez mirándome. -Igual si lo pienso, no te conocía ni a vos ni a ella, así que me parece que tengo un pase libre. No tenía idea que estaba sensible en ese momento.
-Sí, ya sé, por eso lo dejé ir la segunda vez que te vi. Además, ayudό un poco que te disculparas con ella al toque de que te insultara yo.
-Nunca me pediste perdón por eso.
-Em, ¡y nunca lo voy a hacer! No vas a insultar a mi amiga solamente porque el dueño de casa estaba tardando en abrirte la puerta y luego pedir que me disculpe. Yo solo estaba defendiendo a mi amiga, quien la estaba pasando un poco para el orto.
-Ey, ey Lu era joda. Claramente no quiero una disculpa tuya. Tenía sueño en ese momento, por eso me quería ir tan rápido y no pensé en lo que dije.
-Está bien, no nos vamos a poner a discutir por esto ahora.
-No- pausa, aunque noto que quiere decir algo más por la manera en la que sus ojos parecen buscar una respuesta en el cielo estrellado que está sobre nosotros. -Aunque tenés que reconocer que es bastante gracioso.
-¿Qué cosa?
-Que la primera vez que nos hablamos discutimos. Fue literalmente una señal, fue como una advertencia de que nuestra relación se iba a basar en pelearnos por las cosas más mínimas solo porque nos divierte discutir.
Me río. Es verdad, no lo había pensado nunca. Y encima es una de las cosas que más amo de nuestra amistad. Amo que discutamos por cualquier pelotudez mínima, amo que nunca lo hagamos con la intención de herir al otro, más bien porque nos gusta hacer al otro enojar, amo que le divierta hacerme enojar tanto como yo amo hacerlo enojar a él. Amo que tengamos un lenguaje secreto, que con una sola mirada podamos transmitirnos cualquier tipo de pensamiento que otros no pueden ver. Amo que no tenga que decir nada, y que él ya sepa lo que me pasa en cualquier contexto. Amo que sea tan buen amigo. Lo amo. Un gran amigo. Amigo. Pero ahora, cuando lo veo así sentado en la hamaca, otra vez mirando al cielo lo cuestiono. Amigo. Con su cabeza tirada así tiene la luz de la luna que ilumina su perfil de tal manera que sus ojos marrones brillan. Es como si en vez de marrón, se convirtieran en un cobrizo oscuro que refleja lo que arde dentro de su corazón, como si se hubiese encendido un fuego y no sabría cómo apagarlo. Su pelo marrón se mueve con la brisa que pasa, además, al estar tirado fuera de su cara por el ángulo de su cabeza sus rulos tan voluminosos se ven como una especie de cascada que casi le llega a los hombros.
Parecía un cantante de rock nacional de los ochenta así, más lo miraba y más lo pensaba. Estaba tan en paz mirando al cielo y yo tan en paz observandolo a él. Amigo. ¿Amigo? Si obvio que amigo, hace tres años que lo conozco ya, y nunca lo pensé como algo más que eso. Bah, sin contar esa vez que estaba aburrida y le escribí una canción. Nunca se la mostré a nadie, ni siquiera a Ana que era la que escuchaba todas mis canciones, me daba mucha vergüenza que escuche esa.
La escribí en un momento vulnerable, recién nos conocíamos hacía tres meses y yo estaba obsesionada con el amor. Era lo único que escribía y lo único que pasaba por mi cabeza. Además, no ayudaba que estaba por primera vez en mi vida en un grupo de amigos tan grande y tan diverso, en el que la comodidad fluía sin más. No ayudaba que él siempre haya sido tan bueno conmigo. Entonces le escribí esa canción, y nunca pensé mucho lo que significaba. Hasta ahora supongo.
No puede ser igual. Tres años de amistad significa amistad punto final, ¿no? Amistad. Pura, platónica amistad.
-Lu, tierra a Luciana. Che, ¿estás bien? Te tildaste boluda.
No lo puedo creer. No tiene sentido. Somos amigos, lo estoy pensando mucho todo. Que recién me haya quedado mirándolo no significaba que de la nada estaba enamorada de él. Solamente era mi mejor amigo y estaba apreciando lo lindo que se ve abajo de la luz de la luna y las estrellas, la manera en la que sus cejas se entornan cuando me mira y no le contesto y no entiende que me pasa, como si quisiera ingresar en lo más profundo de mi alma y leerme como si fuera su libro favorito, una y otra vez. Así me estaba mirando ahora, con tanta intensidad que nunca antes me había dado cuenta. ¿Siempre me miró así o recién ahora lo noto? Basta Luciana, estás pensándolo mucho. Te está mirando Luciana, reaccioná.
-Sí perdón, me quedé pensando.- siento como me sonrojo. ¿Desde cuándo me sonrojo en frente de Mateo? ¿Desde cuándo no lo puedo mirar a los ojos? Ay, me estoy poniendo nerviosa.
-¿Segura? Te ves un poco incómoda, Lu.- dice con una sonrisa pequeña en su cara. Esa era una de mis sonrisas favoritas, significaba que estaba nervioso pero quería ponerle toda la onda del mundo. Qué estoy diciendo.
-Sí, segura- miro hacia el horizonte para distraerme de lo que me acaba de pasar. Creo que me di cuenta de algo muy importante, pero no lo quiero admitir. Es que no puede ser así. Estoy hablando de Mateo. MATEO. No puede ser.
-Seguramente te quedaste pensando en lo lindo que estaba la primera vez que me viste y por eso te obsesionaste conmigo- dice con una mirada petulante en su cara. Ahí sí me río. Porque es un idiota. Porque por eso es mi mejor amigo. No quiero pensar en otra cosa ahora.
-Claro Mate, obviamente estaba pensando en eso.
Me sonríe.
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