911, ¿Cuál es la Emergencia?
Cuento policial
-911, ¿cuál es la emergencia?
-Si, hola…ayuda, creo que está pasando algo al lado.
-Decime la dirección
-Estoy en San Lorenzo al 2400
-Bueno ya mandé a dos patrullas pero contame lo que estás escuchando
-Si,si…Llegué a mi casa a eso de las tres y no escuché nada extraño hasta hace media hora, a eso de las siete y cuarto. El perro negro de al lado estaba ladrando a lo loco antes, cosa que no es raro pero cuando paró de la nada escuché un ruido de algo cayendo desde una distancia muy alta. Escuché un grito desesperado de alguien diciendo “¡cuidado!” y algo de vidrio rompiéndose. Después de eso escuché gritos y más gritos y entonces los llamé a ustedes.
-Bueno muchas gracias por el llamado, ya está llegando la patrulla.
— — — — — —
Desde afuera la escena era típica. Una casa de barrio de Zona Norte, dos pisos pero no muy grande. Una casa antigua se podría decir, techos de tejas y con rejas como todas las casas de la zona. Pero de ella salía un silencio ensordecedor, solamente se podía oír de adentro de la casa el ruido del tic tac de un reloj antiguo.
La patrulla afuera ya había estacionado, estaba esperando a que el vecino que hizo el llamado salga de su casa y confirme que era esa la propiedad del hecho. Cuando el vecino lo hizo, el policía no tardó ni dos minutos en golpear la puerta y gritar:
-¡Policía! ¡Abra inmediatamente!
Pasaron unos minutos, pero no obtuvo respuesta. Repitió el llamado y al sólo recibir el tic tac de respuesta no lo pensó dos veces y se preparó para entrar por la fuerza. Cuando pudo maniobrar la reja de afuera con una llave maestra, entre tres policías se abalanzaron para abrir la puerta de la casa en sí. No costó mucho al ser una casa antigua y en un estado ya gastado, las bisagras ya estaban en sus últimos días.
Al entrar se encontraron con una casa relativamente limpia, si no contaban los pedazos de vidrio de un espejo roto en el suelo. Efectivamente, algo de vidrio había caído desde el piso de arriba. La estructura de la casa era simple, frente a la puerta principal se encontraban las escaleras que llevaban al segundo piso, el cual tenía una especie de balcón que miraba hacia abajo. Pero si giraba la cabeza solamente un poco hacia la izquierda, había un comedor de tamaño considerable que contaba con tres sillones frente a un televisor al lado de una mesa rectangular para cuatro personas.
-Dejen que ingrese el vecino, por favor.- dijo el policía quien había gritado anteriormente sin encontrar respuesta.
-¿Me llamó oficial?
-Si, ¿qué sabe usted sobre la gente que vive en esta casa?
-No mucho lamentablemente. No paso mucho tiempo en la calle yo, estoy casi siempre laburando. Lo único que sé es que a uno lo llaman Enano porque mide 1,60 el pobre. A él le hablé un par de veces porque me cruzo bastante cuando llego del laburo pero hoy no lo vi.
-¿Vió a alguien entrar en la casa hoy cuando llego?
-No, la verdad es que no tenía ni idea si había alguien o no, fui directo a mi cocina que da ventana a mi jardín y no me fijé en lo que estaban haciendo los de al lado.
-Bueno, muchas gracias. Salga de la casa ahora así investigamos.
Luego de que el vecino se haya ido, todos los policías entraron en la propiedad. Algunos fueron directo hacia las escaleras, otros al comedor y otros doblaron a la derecha y se toparon con la cocina. Los que entraron en la última se encontraron la razón de los gritos que había escuchado el vecino. Desplomado en el suelo de la cocina con un cuchillo afilado se encontraba un hombre con los ojos abiertos como platos. El hombre medía unos dos metros de altura y era grande en todo sentido. Era incluso extraño ver a alguien que parecía tan fuerte en una situación tan vulnerable. Intentaba hablar pero no podía, seguía consciente ya que solo había sido apuñalado una vez y el cuchillo nunca había sido quitado, por lo que no había perdido tanta sangre. El cuchillo estaba posicionado en el torso bajo de la víctima, además de esta tener sangre en la sien por algún golpe que había sufrido allí. Lo extraño del cuchillo era que estaba medio salido, como si el culpable hubiese querido seguir apuñalando a la víctima pero se arrepintió y dejó las cosas como estaban.
-Señor no se preocupe que ya llamamos a la ambulancia. Va a estar todo bien.
El señor lo único que hacía era mirar a la policía fijamente. Lo hacía de una manera tan intensa que el policía que lo estaba acompañado se preguntó cómo había llegado a esa situación. ¿Cómo fue que el señor, que parecía estar solo, rompió un espejo y terminó tirado en el suelo apuñalado con un cuchillo? Hasta que el señor no se recupere, no lo sabría.
Pero había algo que no cuadraba. El vecino habia escuchado gritos desde su casa, habia hablado sobre un perro negro que todavia no habian divisado, pero no habia visto nada. Entonces el policía se puso a investigar la escena del crimen, sin dejar de visualizar el estado del señor. La ventana de la cocina daba al patio, por lo que era imposible que alguien hubiera visto algo desde la calle. En general el estado de la cocina era normal, un par de platos sucios, una olla vacía pero en una de las hornallas y una tetera con agua sobre otra que seguía teniendo agua hirviendo dentro de ella, dos tazas al lado de la bacha y un detergente casi vacío. Lo curioso de la escena era que claramente otra persona había estado en la casa en el último tiempo. Había doble plato, doble taza y dos pares de cubiertos sin lavar esperando en la encimera de la cocina.
El policía que había notado esto quiso investigar más por lo que dejó a un colega a observar al herido mientras recorría la casa. Subió las escaleras, al ser el segundo piso el único que no había observado. En el pasillo de arriba noto la falta del espejo roto que debería estar colgado ahí y al seguir caminando hacia la izquierda entendió por fin lo que había pasado, al estar parado en el balcón que daba la vista exacta con la cocina.
El vecino habia explicado como una vez que el perro negro de al lado habia parado de ladrar, nunca especificó el lado de su casa, el habia escuchado algo caerse. Ese algo ahora sabían que era el espejo y como vieron al entrar a la casa, había caído desde el pasillo de arriba donde estaba colocado normalmente al piso de abajo justo en el punto en el cual todos los ambientes de la casa se conectaban: al pie de la escalera. El vecino escuchó muchos gritos luego de eso y de repente mucho silencio por lo que llamó en primer lugar. Entonces lo que supuso el policía fue que la persona que estaba en la casa con el señor herido quería asesinar al mismo con el espejo pero al estar en diferentes pisos, lo dejó caer para poder así pegarle al señor y dejarlo en un estado de confusión y que no pueda luchar. Lo peculiar era que el cuchillo estaba posicionado en una parte baja de la víctima, por lo que el policía solo pudo suponer que el atacante escondió el arma para poder apuñalarlo sin que la víctima se percatara de la situación, agregando también, la herida que ya tenía en la cabeza por la caída del espejo.
Y entonces le vino todo al policía. Entendió perfectamente lo que había sucedido y quien había sido el culpable. El vecino había dicho que la única persona que conocía de las que vivía en esa casa era llamado Enano por su baja estatura, que este hombre además se lo encontraba cada vez que llegaba de trabajar porque este salía hacia su propio trabajo. Ese día no se lo había encontrado. En la casa de la víctima se encontraban pruebas de que otra persona había estado en esa casa almorzando y merendando por el par de tazas y el agua en la tetera que estaba tibia ya para ese punto. El hecho de que el agresor le haya pegado en la cabeza a la víctima antes de apuñalarla y que no haya sido directo con el arma en mano y mostrada a la luz claramente demostraba la diferencia de fuerza que había entre ellos por lo que tendría sentido que el Enano fuera quien cometió el crimen al ser más chico de contextura solo por su altura. Además, resultaba extraño que una persona desconocida de la casa y del barrio haya desaparecido sin que el vecino se percate si no supiera una manera de escabullirse sin ser descubierto.
En la cabeza del policía, el caso estaba resuelto. No quedaba ningún cabo suelto, lo único que faltaba era el motivo y eso lo descubrirían una vez que la víctima esté ya recuperada en el hospital. Desde afuera la escena era típica: era otro día más en el oficio de un departamento de policía.
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